El nombre de “SALESIANOS” elegido por Don Bosco para la comunidad religiosa que él fundó proviene de San Francisco de Sales: SALES = SALESIANOS. 

La comunidad o congregación religiosa que estaba fundando era para educar, sobre todo, a muchachos pobres, abandonados y en situación de riesgo o de vulnerabilidad y quería, por lo mismo, que los salesianos y sus educadores fueran para ellos padres y amigos. Deseaba que en sus colegios, parroquias y centros juveniles se caracterizaran como ambientes de familia en los que reinase la acogida, la alegría, la aceptación, la cordialidad, el cariño, la espontaneidad… 

Estas características las encontró leyendo precisamente, la vida del santo obispo San Francisco de Sales, resumidas en el trato amable y bondadoso con el cual realizó su labor pastoral como obispo de Ginebra (Suiza). 

San Francisco de Sales vivió en tiempos de mucha conflictividad y tensión religiosa. Martín Lutero (1483 – 1546), años atrás, había reformado la Iglesia de Alemania, dando origen al protestantismo. Esta división religiosa desencadenó fuertes luchas políticas y rivalidades sociales entre las naciones de Europa.

Toda esta violencia estaba en pleno desarrollo cuando San Francisco de Sales fue nombrado obispo de Ginebra en 1602. La región de Ginebra había adherido decididamente al movimiento protestante y sostenía una lucha abierta y hostil contra la iglesia católica.

Dentro de este ambiente tan agresivo, San Francisco de Sales comprendió que la vía mejor para calmar aquellas rivalidades y volver a aquellas naciones a la fe católica, era el camino del diálogo, caracterizado por la AMABILIDAD, LA DULZURA, el respeto, la tolerancia. Y así lo hizo, y por ello es conocido como el “santo de la dulzura”.

La AMABILIDAD en las relaciones y en el trato, llamó poderosamente la atención de Don Bosco y fue la que decidió, en definitiva, que eligiera a San Francisco de Sales como patrono y protector de la Congregación Salesiana e introdujera la AMABILIDAD, junto con la razón y la religión, como uno de los tres pilares fundamentales de su método educativo, y como ingrediente esencial del camino espiritual tanto de sus salesianos, como de los educadores y alumnos de sus colegios y centros juveniles.

La Iglesia católica y los salesianos celebramos la fiesta de San Francisco de Sales este 24 de enero. Los santos son gloria de la Iglesia. Francisco nació en Saboya, región situada entre Francia e Italia, en 1567. Como sus padres eran adinerados, pudo estudiar en colegios de renombre en Francia. Al terminar los estudios generales, entró en la universidad de Padua, una de las mejores de Europa en aquel tiempo. Allí obtuvo el doctorado tanto en derecho civil como eclesiástico. Estando en Padua, sintió el llamado de Dios a ser sacerdote y, contra la voluntad de su padre, abrazó la vida sacerdotal. Su elocuencia, su amor a la Iglesia y su santidad no pasaron inadvertidas, pues en 1602 fue nombrado obispo de Ginebra, como ya fue señalado anteriormente. 

Fue un modelo de obispo: pastor elocuente, misionero incansable, predicador convincente, escritor creativo y profundo, director espiritual sabio, fundador de las religiosas de la Visitación, paciente y tolerante en el diálogo. Después de una vida gastada en la construcción del Reino de Dios, murió en 1622. Fue declarado santo por el Papa Alejandro VII en 1665, el Papa Pío IX lo nombró Doctor de la Iglesia y el Papa Pío XI lo nombró Patrono de los periodistas y escritores católicos. Su amabilidad en el trato y en las relaciones con las personas fue la que movió a Don Bosco a elegirlo como modelo de pedagogía para sus salesianos y para los educadores que laboran en los ambientes educativos salesianos.